En el artículo “¿A qué pacientes se puede implantar una válvula transcatéter (TAVI)?” comentamos cómo inicialmente la implantación de válvula aórtica transcatéter (TAVI) se usaba exclusivamente en pacientes cuyo riesgo para la cirugía convencional (sustitución de válvula aórtica mediante “cirugía abierta”, es decir, tras sección del esternón y con el corazón parado) era demasiado alto.
Por ello, las experiencias iniciales con este tipo de prótesis se realizaron sobre todo en pacientes con patología asociada y, especialmente, en pacientes de elevada edad (e incluso fragilidad importante).
En otras técnicas de Cirugía Cardiovascular, con una agresividad mayor, el hecho de tener que parar el corazón, someter al paciente a circulación extracorpórea (la “máquina corazón-pulmón”) e incluso parar de forma completa la circulación del cuerpo (como, por ejemplo, en la cirugía de la disección aórtica), la edad es uno de los factores a tener en cuenta para valorar si el paciente tiene más o menos posibilidades de beneficiarse al aplicarlas.

Respecto a la técnica TAVI, no hay un límite de edad máximo establecido para su uso, y se ha empleado con éxito en pacientes de edad muy avanzada.
Entre los aspectos relacionados con el uso de TAVI en población de elevada edad, destaca su menor agresividad, poder intervenir con el corazón latiendo, evitar las complicaciones potenciales de la circulación extracorpórea (a nivel del hígado, los riñones, etc.) y una duración del procedimiento mucho menor, que a su vez conlleva un menor tiempo de intubación (respiración asistida) y estancia en UCI más corta, aspectos que suponen un descenso del riesgo, sobre todo en este tipo de pacientes.
Sin embargo, como en cualquier intervención quirúrgica, el sentido común está por encima de todo y se deben individualizar los riesgos de cada caso (estado físico, patología asociada, etc.) para considerar de forma objetiva si el riesgo del procedimiento es menor que el de la evolución de la enfermedad y, por tanto, es aconsejable su uso.